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jueves, 12 de julio de 2012

Fueron tenebrosas aquellas "cuatro de la tarde" (Pintadas en mi muro)

 
   Mi viejo diario, los resortes de la memoria hacen que recordemos con absoluta nitidez las cosas que estábamos haciendo en un momento concreto de nuestra vida, un día concreto a una hora concreta, cuando aquello que hacíamos, por muy intrascendente que fuese, coincidió con el acaecimiento de un suceso de gran impacto emocional o social. ¿Quién no se acuerda de dónde estaba y qué hacía el 23 de febrero de 1.981, a eso de las 18,30 h., cuando Tejero irrumpió en el Congreso de los Diputados con la intención de dar un golpe de estado?¿O la tarde de aquel trágico 11 de septiembre de 2.001, cuando el atentado terrorista de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York?

   ¿O el 12 de julio de 1997, sobre las cuatro de la tarde? A esa hora finalizaba el ultimátum que ETA dio al gobierno de Aznar para forzar el acercamiento de sus presos a cárceles vascas. Eso o Miguel Angel Blanco sería asesinado. ¿Quién no se acuerda de aquel día?¿Quién no se acuerda de aquella tarde?

   Este artículo no pretende tanto hacer memoria del joven concejal de Ermua, que también, como revivir el dolor que nos atizó y la desolación que nos abatió aquel día a cada uno de nosotros. Os invito a que reviváis lo que hicisteis aquella tarde, lo que pensasteis, lo que sentisteis, dónde y con quién estabais, con quién y cómo compartisteis aquel durísimo momento.

   Seguro que al revivir todo esto le estaremos brindando a Miguel Angel Blanco un homenaje mucho más auténtico y sentido que el que se le pueda ofrecer llenando su tumba de coronas y ramos de flores oficiales o llenando los informativos de declaraciones y más declaraciones de políticos histriónicos que sólo pretenden renovar el minuto de gloria que con monótona asiduidad les ofrecen las cámaras de televisión y los micrófonos de radio.

   Recordarnos a nosotros mismos aquel día será una forma sincera, íntima y amarga de recordar lo que le pasó a Miguel Angel Blanco aquella tarde rara de julio del 97.

   Por mi parte, y en la intimidad de este rincón cibernético que comparto con unos pocos de conocidos bien avenidos, os dejo las páginas -desclasificadas- de lo que escribí en mi diario íntimo los días 12 de julio de 1.997, sobre las cuatro de la tarde, y el día siguiente.

   Primero lo que escribí en mi diario el día siguiente del asesinato de Miguel A. Blanco, 13 de julio:

No sucedió esta vez entre mantones y clarines.
Ni los toros de Guisando se conmovieron.

La infamia cayó como una maldición
sobre aquellas "cuatro de la tarde".

Dos estallidos de cobardía y terror sacudieron
todos los hogares de España
a las cuatro de la tarde.

Gargantas como corazones
gritaron de rabia y desesperación
a las cuatro de la tarde.

Y quedaron crispadas las gargantas para siempre.
Y quedaron resentidos los corazones para siempre.
A las cuatro de la tarde.

El pueblo no pudo contener su indignación;
y, a las cuatro de la tarde, el pueblo
no pedía justicia, sino venganza.

Quisiera el pueblo poder descargar su ira y su odio
de las cuatro de la tarde.

Y así atemperar su sufrimiento y su impotencia
de las cuatro de la tarde.

Y el pueblo gritó "basta ya"
hasta las cuatro de la tarde.

Pero la esperanza se durmió,
y un dolor definitivo e irreversible se consumó
a las cuatro de la tarde.

Eran las cuatro en punto de la tarde
en todos los corazones de España.

Manuscrito de mi diario íntimo

Dibujo que acompañaba el texto anterior

Y esto escribía el día anterior sobre las cuatro de la tarde, en el momento en que acababa el plazo del ultimátum de ETA.

   Ya te contaré otra vez...



2 comentarios:

  1. Uffff los pelos como clavos.... Yo era una niña y aun recuerdo que esa noche y las q le siguieron no pude dormir. Y esa manifestacion en la que viejos, niños y hasta los perros gritamos "HIJOS DE PUTA"

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    1. Sí, me acuerdo perfectamente de que aunque sólo tenías 11 años aquel suceso no pasó, ni mucho menos, desapercibido para ti, como para casi ningún niño de tu edad. Tan impactante como el caso del asesinato en sí de M. A. Blanco fue la reacción de toda la sociedad en las 48 h. antes, desde que fue secuestrado. Los ciudadanos no necesitaron que nadie los convocase a ninguna manifestación. Los españoles no necesitaron que les diesen un todo en uno gratis (autocar, bocadillo, pito de bola y banderita o pancarta) para echarse a la calle para gritar "basta ya" y pedir la liberación de M. A. Blanco. Especialmente impresionante fue la reacción de los vascos, la manifestación de Bilbao. No soy amigo de asistir a manifestaciones organizadas, pero aquel día sí estuvimos en la de Córdoba. Puede que los niños -en realidad los mayores tampoco- no comprendieseis el porqué de lo que estaba pasando, pero nadie con un mínimo de cordura pudo evitar tomar conciencia plena de lo que estaba pasando y vivir en un continuo sobrecogimiento durante aquellos días.

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